De trabajar con bodegas a sentir el vino
Un año más (y cada vez con más #GzClientes) he tenido la suerte de vivir la vendimia desde dentro, como una más en las bodegas con las que colaboro. Desde las más tempranas en recoger la uva Verdejo o Sauvignon Blanc hasta las que elaboran también vinos rosados y tintos con otras variedades como Tempranillo, Viognier, Merlot o Shyra. Sí, algunas de estas variedades tienen nombres que ni yo misma conocía hasta hace apenas unos años. Pero es que el mundo del vino ha llegado para quedarse a mi vida.
Año tras año tengo la suerte, no de ir a trabajar en los días de vendimia, sino de compartir momentos de ilusión y casi festivos con los equipos de bodegas como Barco las Culebras, Dehesa de Ituero, Javier Ruiz, Oro de Castilla, y con el enólogo de Vinológica. Ellos, con su entusiasmo y hospitalidad, me han enseñado aspectos técnicos sobre el proceso de elaboración del vino pero también una manera distinta de entender (SENTIR) su mundo.
Gracias a mi vinculación con estas bodegas he desmontado falsos mitos sobre el vino, como que es una bebida elitista y “de mayores”, como el típico “soy de blancos o soy de tintos”, etc.
He vivido la generosidad de un pueblo volcado con un antiguo paisano que añoraba sus raíces y que ahora elabora vinos en unas pocas hectáreas de viñedo que se empeñó en cultivar en la tierra que le vio nacer.
He sido testigo de los esfuerzos que supone montar un proyecto bodeguero desde cero cuando el sueño de tu familia es más fuerte que la falta de tiempo que te supone dedicarte principalmente a la agricultura.
También he comprendido lo que para una pequeña bodega supone cada año mimar el viñedo, vendimiar las uvas y comenzar con ilusión renovada una nueva añada de sus vinos (muchos de ellos un PROYECTO DE VIDA más que un negocio).
Soy consciente del interés que despierta el mundo del vino a nivel sociocultural, de la difusión que consiguen eventos específicos del sector, de la fuerza que tienen estos encuentros a nivel comunicativo, de lo que implica para una bodega introducir sus vinos en mercados internacionales, dar el salto a nivel online, etc.
Y he aprendido infinidad de nombres de procesos que se llevan a cabo en bodega que hasta hace poco tiempo me sonarían a ciencia ficción.
Eso sí, cada uno a su manera, cada uno con su tamaño, con su equipación tecnológica, con su nicho de mercado… Lo que todos ponen es EL ALMA en sus vinos. Por eso yo ya siempre que salgo de bares tomo vinos. Y si es posible de los GzClientes, mejor. Y trato de imaginar la cara que pondrían ellos si me vieran generar buenos recuerdos con su pequeño trocito de alma.