El año que jamás imaginé vivir
Nunca imaginé un 2020 así. Como nos pasa a todos. Nunca imaginé que me estrenaría como madre en un año marcado por una pandemia mundial, con la incertidumbre humana y económica que eso conlleva; y aislada de padres y hermanos, con la angustia y falta de ayuda que eso supone. Tengo que reconocer que estos 10 meses que llevamos de año han sido los más felices y a la vez los más complicados de mi vida.
He tenido miedo por la viabilidad económica especialmente de las bodegas y los bares con los que colaboro, sobre todo durante los meses de restricciones más duras. Sin embargo, todos ellos han querido apostar a todo o nada y estoy contenta de haber puesto en marcha con ellos estrategias de marketing que hasta el momento no habíamos explorado y que les van dando resultado. Poco a poco, porque el contexto económico no es el idóneo, pero seguimos dando la batalla que es lo que cuenta.
He tenido miedo por los muchos farmacéuticos que conozco personalmente y que han tenido que hacer de médicos, enfermeros, psicólogos, amigos y casi familiares de sus pacientes durante todos estos meses (y lo que les queda) con menos protección y reconocimiento que el resto de profesionales sanitarios. Es cierto que las farmacias son establecimientos comerciales pero les creo cuando me cuentan en primera persona lo preocupados que han estado por sus clientes/pacientes, lo mucho que se han esforzado por conseguir mascarillas cuando no había y los precios eran desorbitados, su predisposición real para ayudar en todo lo que sea preciso para aliviar la carga de la Atención Primaria… Estamos en tiempos de sumar, y no de restar.
También he tenido satisfacciones, como todo lo relativo a la parte formativa, donde cada vez tengo más trabajo. También, y pese a que parezca imposible, por seguir ampliando la familia de GzClientes con dos nuevas incorporaciones en el último mes.
Siempre me he sentido afortunada en esta vida y de momento sigue siendo así. Voy a seguir siendo optimista, por naturaleza y porque creo que es una cualidad imprescindible para desempeñar el trabajo que tanto me apasiona. Sólo espero que todo y todos los que pertenecen a mi pequeña parcela del mundo, en lo personal y lo laboral, acaben el año como lo empecé yo: cargada de esperanza e ilusión.